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En un artículo reciente, la psicóloga Cristina Martínez Brotóns comenta lo siguiente:
Escribo este artículo porque, en los últimos años, voy viendo una evolución en la práctica de la psicología en el ámbito privado que resulta, cuanto menos, muy preocupante.
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Al parecer, cualquiera puede ya abrir una consulta y ostentar el “título” (que por descontado no tienen) de PSICOTERAPEUTA. Han proliferado centros en los que, por una cuantiosa suma de dinero, se realiza una formación en Coaching, en PNL, en Hipnosis, en Gestalt… Se anuncian, pueden consultarlo en Internet, prometiendo y asegurando un nuevo y brillante futuro profesional.
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Resultado de este hecho es que a la consulta de los que SÍ somos psicólogos, están llegando casos de personas que han peregrinado de consulta en consulta sin obtener resultados, con sus bolsillos apaleados y con la frustrante impresión de que ya nada se podía hacer por ellos. Eso, en el mejor de los casos. En otros, su problema se ha ido agravando a medida que los “no profesionales” han ido practicando en ellos lo que no saben hacer, psicoterapia.
El título del artículo es contundente (“Psicólogos de verdad versus psicoterapeutas intrusos”) así como su contenido, aunque me gustaría aportar algún dato más.