viernes, 29 de julio de 2011

Confesiones de un terapeuta Gestalt

Confesiones de un terapeuta Gestalt

Ser terapeuta y facilitador de grupos de crecimiento, como muchos saben,  no fue mi primera profesión. Antes de eso fui comunicólogo, más específicamente   guionista, primero de radio en la XEW y luego en televisión.

Todo en la vida es un ciclo y mi tiempo de guionista, aunque con muchas experiencias enriquecedoras, terminó, lo que me dio pie a decidir lo que quería hacer en el futuro. No fue una decisión sencilla, no tenía ya 18 años como cuando eliges por primera vez tu carrera, pasaba ya de los 35 años y tenía que pensar también en las dificultades que conlleva trabajar para vivir y estudiar una nueva carrera.

Afortunadamente pude superar los miedos y la inseguridad y decidí dar el paso de estudiar, primero, la especialización de terapia Gestalt y, posteriormente, muchas otras. De hecho, desde que inicié la nueva etapa dentro del mundo de la terapia y el desarrollo no he dejado de estudiar, pues se convirtió en una “sana adicción” para mí. Sin embargo, a pesar de todo lo que he estudiado desde entonces,  la Gestalt sigue siendo la base que contiene todo lo demás: Coaching, Mediación Familiar, Indagación Apreciativa, etc. 

Pero, lo más importante de todo esto, es que a lo largo de los años que llevo ejerciendo la labor de terapeuta he tenido la posibilidad de vivir experiencias humanas maravillosas.

El hecho de acompañar a otra persona en un momento difícil, de confusión, pérdida, dolor, impotencia, significa muchas cosas a la vez. Ante todo, mucho miedo. Es una gran responsabilidad que alguien nos busque y nos pague para que le ayudemos a encontrar o a retomar su camino. Da miedo equivocarse, lastimar, confundir más a la persona, provocarle algún mal, etc. Sin embargo, esto me ha enseñado a que no soy yo el que cura, el que sana, el que ayuda… yo tan sólo acompaño y no puedo ser – totalmente – el responsable de lo que ocurra en el proceso terapéutico. La experiencia me ha enseñado, más que la teoría, que la terapia es una co – construcción. Algo que se construye entre dos, en relación de dos, a través del encuentro, de la conversación y del contacto.


martes, 26 de julio de 2011

Artículo interesante

Hola a todos/as.

Os dejamos un link muy interesante a un artículo escrito por Mtro. Cesar Andres Monroy Fonseca del  blog Actualidad Clínica en Psicología.

Encontramos interesantes los comentarios de los usuarios y las respuestas.

Saludos.


lunes, 18 de julio de 2011

CARTA A MI TERAPEUTA

CARTA A MI TERAPEUTA
 
Desde la razón no me costaría nada entender que en realidad te pago por tu trabajo..., pero, en el fondo prefiero no pensar que no soy tu única paciente, por más que me duela. No soy sino alguien más entre otros tantos que te permite comer, y aunque no sé si para algo más quizá, es claro que en este sentido concreto mi terapia -mis inseguridades, mis sufrimientos, mis comunicaciones...- te beneficia.

Y por eso, nunca sabré si en el fondo, el día que me vaya, te dolerá perderme a mí como persona o como paciente retribuyente. De todos modos, me duele mi punto realista que me dice claramente, que en efecto, vives de tus pacientes y sólo ahí puede ubicarse nuestra relación.

Me cuesta trabajo asumir que toda esa implicación tuya como terapeuta mío, se desvanezca en cuanto pase el umbral de la puerta de tus terapeúticos aposentos. Pero es así, y sé que no puede ser de otra manera. El pago que te doy por mi terapia establece un marco especial en esta diada relacional. Y de no ser así, podría ser una bonita relación de ayuda, o una profunda y sana amistad, o un romance amoroso, o..., nada que tuviera que ver con una relación terapeútica.

Es así. El pago lo estropea todo. Bueno..., todo, en fin, me refiero a esta relación de comunicación profundamente humana, que se convierte en una transacción más desde el momento que te pago.



De alguna manera el pago me indica siempre que esa relación es así en ese lugar, y en ese momento, desde una circunstancia mía concreta, y desde nuestros dos roles: paciente-terapeuta. Y ello hace que tú te sientas libre de mí y, al mismo tiempo, yo me sienta libre de tí. Podremos sentir muchas cosas entre nosotros, pero no será más que material productivo para trabajarlo en la terapia.

En el fondo, como paciente, ¿qué más quiero? ó ¿a qué aspiro?.



En el fondo de mí, sé que cuanto más persona me siento, necesito romper ese esquema relacional para ubicarlo en otros ámbitos y situaciones de mi vida, por los que no tenga necesidad de pagar para ser yo, o para aprender a vivir


YO, paciente...